Royal Palace of El Pardo
Madrid Community of Madrid Spain
manor, mansion
Palacio Real de El Pardo
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The Royal Palace of El Pardo (Spanish: Palacio Real de El Pardo) is a historic building near Madrid, Spain, in the present-day district of Fuencarral-El Pardo
El Palacio Real de El Pardo es una de las residencias de la familia real española
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Royal Palace of El Pardo, Palacio Real de El Pardo
Description
The Royal Palace of El Pardo (Spanish: Palacio Real de El Pardo) is a historic building near Madrid, Spain, in the present-day district of Fuencarral-El Pardo. It is owned by the Spanish state and administered by the Patrimonio Nacional agency. Overview The palace began as a royal hunting lodge. It became an alternative residence of the kings of Spain until the reign of King Alfonso XII of Spain, who died in the palace in 1885. King Henry III of Castile ordered the building of the pavilion in 1406, on Mount El Pardo, because of its abundant game. Later, in the time of Emperor Charles V (1547), it was transformed into a palace by the architect Luis de Vega. On 13 March 1604, a massive fire destroyed many of the paintings, including masterpieces by Titian. King Charles III of Spain renovated the building in the 18th century, appointing his architect Francesco Sabatini to undertake the job. It was newly transformed in the 20th century, doubling in size with the construction of an identical copy of the original structure to the east. The interior decoration includes a ceiling frescoed by Gaspar Becerra, and paintings by Vincenzo Carducci and Cabrera. In 1739 the palace hosted talks between the governments of Britain and Spain, who eventually agreed to the Convention of Pardo in a bid to avert a war. However, the Convention failed to prevent war breaking out shortly afterwards. Generalissimo Francisco Franco lived in the palace after the Spanish Civil War. Since Franco's death, it has been used as a residence for visiting heads of state. The Palace of Zarzuela forms part of the complex of residences at the site.
El Palacio Real de El Pardo es una de las residencias de la familia real española. En su origen fue un pabellón de caza de los Austrias, para luego convertirse en la principal residencia invernal del soberano bajo los Borbones, durante la dictadura franquista fue la residencia oficial de Francisco Franco. Su principal uso en la actualidad es el de alojar a los jefes de Estado extranjeros de visita oficial en España. Se encuentra en el Real Sitio de El Pardo, perteneciente al municipio de Madrid, en el entorno del Monte de El Pardo. Su gestión corresponde a Patrimonio Nacional, organismo estatal que administra los bienes al servicio de la Corona Española. Se construyó en el siglo XVI a partir de un edificio primitivo del siglo XV diseñado por Luis de Vega. Su aspecto actual corresponde a las reformas y ampliaciones emprendidas en el siglo XVIII, a instancias del rey Carlos III, en las que participó el arquitecto Francesco Sabatini. Además de por sus valores arquitectónicos, el palacio destaca por su decoración interior, representativa de diferentes épocas y estilos. Destacan los frescos, que abarcan desde el renacimiento tardío de Felipe II hasta el neoclasicismo de Fernando VII pasando por el tardobarroco de época de Carlos III. Asimismo, es especialmente relevante su colección de tapices, del siglo XVIII, en la que figuran cinco de las series más conocidas de Francisco de Goya. Tanto el palacio como su pequeño jardín fueron declarados Bien de Interés Cultural en 1931 y 1934, respectivamente. Historia Los orígenes de este palacio se remontan al año 1405, cuando el rey Enrique III de Castilla ordenó la construcción de una casa real en el Monte de El Pardo, lugar que el monarca frecuentaba, dada su riqueza cinegética. Enrique IV, por su parte, edificó sobre la misma un pequeño castillo. El pabellón de caza de los Austrias El emperador Carlos I, por impulso del joven príncipe de Asturias, Felipe, determinó la conversión de este castillo en palacio. A partir de 1547, comenzaron las obras siguiendo un primer diseño de Luis de Vega, autor también del palacio de Valsaín. El nuevo edificio seguía el esquema de un alcázar cuadrado, con cuatro torres en los ángulos y un patio porticado en el centro. Las fachadas de ladrillo se articulaban a través de ventanas con pequeños balcones, el único elemento escultórico remarcable era el gran portal de entrada con el escudo de Carlos I. En 1557, siendo ya rey Felipe II, se empezó a retejar el edificio con una puntiaguda techumbre de pizarra emulando la arquitectura flamenca que tanto gustaba al soberano.​ Anexo al palacio se edificó la Casa de los Oficios, destinada a alojar a los sirvientes y miembros subalternos de la corte. Felipe II fue también el responsable de ultimar la decoración del palacio siguiendo las tendencias tardorenacentistas que venían de Italia. Se realizaron elaborados estucos y pinturas murales y varios retratos obra de Tiziano o Sánchez Coello. De toda esta decoración solo se conserva el llamado "aposento de la Camarera Mayor de la Reina", con pinturas en el techo de la Historia de Perseo, obra de Gaspar Becerra. El 13 de marzo de 1604 sobrevino un gran incendio que destruyó buena parte del palacio y la mayoría de las obras pictóricas allí depositadas, si bien se salvó la llamada Venus de El Pardo, de Tiziano (actualmente en el Museo del Louvre). Se cuenta que cuando notificaron a Felipe III el siniestro, preguntó por dicho cuadro y terminó diciendo: «Si ese cuadro se salvó, lo demás no importa». El monarca decretó la reconstrucción del edificio con un presupuesto de 80 000 ducados, concediendo la dirección de la obra a Francisco de Mora, el mismo que había sucedido a Juan de Herrera en la ejecución del Monasterio de San Lorenzo del Escorial. En 1607 pudieron empezar las obras de decoración dirigidas por Bartolomé Carducho y Pantoja de la Cruz, y a su muerte por Pedro de Valencia; esta campaña constituyó una de las empresas artísticas más importantes del reinado de Felipe III. Algunos de los pintores implicados en esta redecoración fueron Jerónimo de Cabrera o los hermanos Patricio y Eugenio Cajés. En el periodo de los Austria el palacio de El Pardo siempre estuvo ligado a la actividad cinegética, no en vano el Monte de El Pardo era uno de los cotos de caza más importantes de los alrededores de Madrid. Bajo el reinado de los últimos Habsburgo, la corte visitaba brevemente El Pardo el día de San Andrés (30 de noviembre), luego, pasadas las festividades navideñas la corte volvía para pasar alrededor de un mes (desde la primera semana de enero hasta inicios de febrero). Asimismo, los soberanos también solían visitar El Pardo sin preaviso para ir a comer o disfrutar de la caza uno o dos días. El Pardo bajo los primeros Borbones Felipe V, primer soberano de la Casa de Borbón, visitó por primera vez El Pardo en 1701 y el lugar le pareció profundamente anticuado e inhóspito. El palacio albergaba en esa época doscientas veintidós pinturas, entre las que se incluían pintura de género y paisajes flamencos, retratos de los Habsburgo y varias copias de obras de Tiziano. Felipe V decidió cambiar radicalmente la decoración, las pinturas fueron enviadas a otros reales sitios y las paredes se recubrieron con tapices de la recién fundada Real Fábrica. Asimismo, para albergar a toda la familia real, el arquitecto René Carlier decidió tabicar dos de las tres galerías que tenía el palacio: la Galería de la Reina y la Salón de Retratos. Durante su reinado, Felipe V, seducido por el carácter agreste de El Pardo lo convirtió en la principal residencia invernal de la corte en detrimento de Madrid. No en vano el soberano pasaba apenas dos meses en la capital durante todo el año. Sin embargo, para la mayoría de los miembros de la familia real, el palacio siguió siendo un lugar inhóspito y solitario, en medio del bosque y sin jardines. Aparte de la caza, poco más había que hacer y con frecuencia el corto camino hacia Madrid se convertía en impracticable a causa de las lluvias torrenciales. Algunas de las pocas diversiones de las que gozaba la familia real eran los cumpleaños del Infantes Carlos y Felipe, además del carnaval que concentraba sus jolgorios en los aposentos de los príncipes de Asturias mientras el rey y la reina permanecían enclaustrados en sus aposentos. De 1738 a 1739, François Carlier, hijo de René Carlier, construyó la nueva capilla del palacio de planta octogonal y amplió la Casa de Oficios (entonces llamada Casa de Oficiales, Caballeros y Criados del Rey) de 1741 a 1745. Fernando VI, por su parte, fue el responsable de empezar la adquisición del Monte de El Pardo en nombre de la Corona (finalizada bajo Carlos III) y decretar la construcción, en 1749, de una cerca de cien kilómetros de longitud alrededor de la propiedad. Las reformas de Carlos III Carlos III disfrutaba especialmente de la estancia en El Pardo que, una vez más, se convirtió en la principal residencia invernal, allí la corte pasaba casi tres meses el año, desde Epifanía hasta Semana Santa. El rey encargó importantes trabajos de redecoración para sus aposentos y los de la reina (habitados por la infanta María Josefa), como la confección de nuevos tapices de temática campestre basados en los cartones de David Teniers o la realización de nuevos techos con estucos dorados obra de Roberto Michel. Sin embargo, el palacio continuó siendo exiguo para alojar a toda la familia real, por lo que a partir de 1772, Carlos III encomendó a Francesco Sabatini, uno de los arquitectos del Palacio Real de Madrid, la ampliación de El Pardo. Sabatini edificó, al este, un nuevo edificio idéntico al viejo palacio y los coaligó ambos a través de un pabellón central que albergaría el vestíbulo en la planta baja y las antecámaras y comedor del Rey en el primer piso. El patio central del nuevo edificio recibió el nombre de Patio de los Borbones, en oposición al Patio de los Austrias del viejo palacio. Para unificar el conjunto, la fachada de ladrillo rojizo de época de los Austrias se enfoscó y se pintó de color crema. El Pardo adquirió entonces un aspecto más parecido al de un château tardo-barroco francés articulado a través de pabellones y con tejados à la Mansard. Para decorar el Cuarto de los Príncipes de Asturias en la nueva ala del palacio, se encargaron varias series de tapices a la Real Fáfrica. Mengs y Francisco Bayeu supervisaron la temática de las series, que aunque mantenían un tono "jocoso y campestre" representaban escenas más contemporáneas y madrileñas. Ramón Bayeu, José del Castillo y Francisco de Goya fueron los responsables de pintar los cartones. Cinco de las siete célebres series de cartones de Goya tuvieron como destino el palacio de El Pardo. Tras la muerte de Carlos III en 1788, su hijo y sucesor, Carlos IV, abandonó El Pardo en 1792, ya que en ese palacio siempre se había sentido aislado durante los largos meses de invierno. Los aposentos fueron desamueblados y la mayoría de objetos trasladados al Palacio de los Borbones de El Escorial.​ El rey pasó a alargar la jornada en Aranjuez y allí residía durante los 6 primeros meses del año. El Pardo fernandido e isabelino Aunque Carlos IV apenas volvió a utilizar el palacio de El Pardo, sí que fue el responsable de encargar a Juan de Villanueva la restauración, de 1806 a 1809, de la Capilla Real y la Casa de Oficios, dañados por un incendio.14​ Fernando VII volvió a reamueblar el palacio, en este caso con muebles ya de clara inspiración Imperio. Fue el último monarca que lo habitó regularmente y a él también se debe la sistematización del jardín y la construcción del pequeño puente que une los aposentos reales alrededor del Patio de los Austrias con la Capilla Real. Durante el reinado de Isabel II, dado el poco interés de la reina por la caza, El Pardo fue poco frecuentado por la corte. Sin embargo, fue uno de los lugares protagonistas de la primera, y más importante, crisis matrimonial de la pareja real. En abril de 1847, mientras la reina madre María Cristina y su esposo se encontraban en Italia, la corte se dispuso a partir hacia Aranjuez para pasar la primavera, tal y como era costumbre desde tiempos de los Austrias.​ Para sorpresa de muchos, el rey consorte Francisco de Asís no viajó a Aranjuez, por el contrario decidió instalarse en El Pardo. En Aranjuez, la reina llevaba una vida caprichosa y desenfrenada de bailes, juegos y teatro, permanecía despierta casi toda la noche y dormía de día. Por el contrario, la rutina de Francisco de Asís era mucho más calmada, se levantaba temprano para ir a cazar y disfrutaba escuchando música y leyendo. Los caracteres profundamente diferentes de la reina y del rey consorte habían llevado a un progresivo distanciamiento de la pareja, que ahora amenazaba con una auténtica separación. Profundamente alarmada ante un posible desprestigio de la corona y un relanzamiento de la causa carlista, la reina madre María Cristina tuvo que mediar entre su hija y su yerno. En el conflicto matrimonial también se mezclaban intrigas políticas entre los moderados y los progresistas, además de las maquinaciones de la reina madre, que deseaba volver de su exilio parisino. No fue hasta el mes de octubre, después de casi medio año de separación, cuando se produjo la ansiada reconciliación de la pareja. Francisco de Asís siguió frecuentando El Pardo, pero, por lo general, prefirió residir en la más íntima y aislada Quinta del Duque del Arco. El Pardo alfonsino Durante el reinado de Alfonso XII, El Pardo, que gustaba mucho al soberano, volvió a convertirse en un lugar frecuentado, especialmente como retiro, dada su tranquilidad y su cercanía a Madrid. El monarca pasó, en el palacio, la luna de miel con su primera esposa María de las Mercedes, en 1878.​ Asimismo, también es este palacio tuvieron lugar las capitulaciones de boda entre el rey y su segunda esposa, la archiduquesa María Cristina de Habsburgo, el 28 de noviembre de 1879. Después de más de diez años de reinado, Alfonso XII, aquejado de tuberculosis, se retiró a El Pardo a finales de 1885, esperando una mejora de su salud. Fallecería, sin embargo, el 25 de noviembre del mismo año, en la misma habitación que había servido de dormitorio a los futuros Carlos IV y María Luisa de Parma. Dos días después, sus restos fueron trasladados al Palacio Real de Madrid y luego al Panteón de los Reyes de El Escorial.20​ En 1898, su viuda, la reina regente María Cristina, ordenó convertir la habitación mortuoria en oratorio. A finales del siglo XIX y en los albores del XX, el Pardo, además de otros Reales Sitios, podía ser visitado cuando la corte no se encontraba en el palacio y previa solicitud a la administración del Patrimonio de la Corona. En 1906, del mismo modo que había hecho su antecesora, la futura reina Victoria Eugenia de Battenberg se alojó en le palacio justo antes de su boda con Alfonso XIII. Llegó el 25 de mayo a la estación de El Plantío y, dos días después, un rally de 200 automóviles partió desde la Castellana rumbo a El Pardo para homenajear a los futuros esposos.Tras la caída del Imperio austrohúngaro y el repentino fallecimiento del emperador Carlos I en Maderia en abril de 1922, el rey Alfonso XIII ofreció el palacio de El Pardo como residencia a su viuda, la emperatriz Zita, y a sus ocho hijos. La emperatriz y su familia habitaron en el palacio pocas semanas, antes de trasladarse, en agosto, a la localidad vasca de Lequeitio. El Pardo bajo la República y el Franquismo Después de la proclamación de la República en abril de 1931, El Pardo, como los otros Reales Sitios, fue precintado. Poco después fue incorporado al nuevamente creado Patrimonio de la República y destinado a ser una de las residencias del presidente de la República y de jefes de estado extranjeros de visita.​ Manuel Azaña, segundo presidente de la República, disfrutó especialmente de las estancias en El Pardo, aunque no en el palacio sino en la cercana Quinta del Duque del Arco. Allí precisamente le sorprendió el Alzamiento de julio de 1936.​ Tras el estallido de la guerra civil española, el palacio albergó instalaciones militares, siendo el cuartel general de la 5.ª División del Ejército republicano. Una vez acabada la guerra, el edificio fue objeto de una serie de obras para habilitarlo como residencia del nuevo jefe del Estado, el general Francisco Franco. Franco se instaló en las antiguas antecámaras del Príncipe de Asturias (Carlos IV) alrededor del Patio de los Borbones, asimismo, el Comedor de Carlos III se convirtió en Despacho Oficial y la Capilla Mortuoria de Alfonso XII en capilla familiar. Entre otras obras realizadas, destacó la habilitación de un acuartelamiento para la Guardia Mora que hacía las funciones de escolta. En el antiguo teatro de corte de Carlos III, transformado en sala de cine, Franco se hacía proyectar las películas del momento. Se hicieron famosas algunas de sus reacciones, como su permisividad ante la escandalosa Gilda —por haberle caído simpática la actriz protagonista, Rita Hayworth, de origen español—, el estimar inofensiva Ana y los lobos de Saura —porque "no se entendía nada"—, o su incomprensión ante el escándalo vaticano por Viridiana —porque consistía simplemente en "chistes de baturros"—. Paralelamente, el pequeño núcleo urbano que se había articulado alrededor del palacio desde tiempo de Felipe II fue incorporado, en 1949, a la ciudad de Madrid, constituyendo uno de los ocho barrios del distrito Fuencarral-El Pardo. Durante este periodo (1939-1975), el palacio fue el centro de la mayoría de las grandes decisiones políticas españolas, y por metonimia El Pardo pasó a designar la Jefatura del Estado. En El Pardo, Franco trabajaba, celebraba los consejos de ministros y las audiencias, y recibía a los jefes de Estado y autoridades. También allí, en la capilla del Pardo, se casó su hija Carmen y nacieron todos sus nietos. Finalmente, el 30 de enero de 1976, tras la muerte de Franco, un cortejo de coches trasladó a la familia del general a su nueva residencia. Desde esta fecha ningún miembro de la familia Franco ha vuelto al Pardo, salvo para el funeral de Carmen Polo. Transición y actualidad En agosto de 1976, tras la muerte de Franco, el palacio fue abierto al público como un testimonio de la vida cotidiana del difunto dictador.​ Sin embargo, a medida que pasaban los años y avanzaba la Transición española, al palacio se le dieron nuevos usos. En 1980, se iniciaron las obras para transformarlo en residencia oficial de los jefes de Estado extranjeros que realizan visitas de Estado u oficiales a España. Las obras terminaron dos años después y en noviembre de 1982 el palacio fue abierto nuevamente a los visitantes.Los primeros inquilinos del palacio fueron los reyes Carlos XVI Gustavo y Silvia de Suecia en marzo de 1983.​ Durante dicha intervención, el Patio de los Borbones fue cubierto con un techo de hierro y cristal, los otros dos patios del palacio, el Patio Central y el Patio de los Austrias, fueron cubiertos en 2001-2002.Hasta la fecha (diciembre de 2017), el último jefe de Estado alojado en El Pardo ha sido el presidente argentino Mauricio Macri y su esposa Juliana Awada en febrero de 2017. Además de su función museística y protocolaria, la celebración de actos oficiales y sociales por parte de la familia real española es otro de sus usos actuales. En 2004, siguiendo la estela de sus predecesores, el palacio sirvió de escenario para varias ceremonias previas a la boda del príncipe Felipe y Letizia Ortiz, como fueron la petición de mano (noviembre de 2003) o la cena de gala anterior al enlace (abril de 2004).​ Asimismo, en junio de 2014, el rey Felipe VI y la reina Letizia celebraron en El Pardo su primera recepción después de su ascenso al trono. Como símbolo del aperturismo del nuevo reinado, en la recepción, dedicada a las ONG, fueron invitados por primera vez representantes de diversas asociaciones LGBT.
Useful information
- Básica: 9€; - Mayores de 65 años de los Estados miembros de la Unión Europea o de países iberoamericanos. Mediante carné de identidad, pasaporte, carné de conducir, permiso de trabajo o residencia: 4€ - Menores de 5 años GRATUOTO; - Ciudadanos entre 5 y 16 años. Acreditación mediante carné identidad o pasaporte de 14 a 16 años: 4€ Grupo: 7€ Acceso GRATUITO: - 18 de mayo, día Internacional de los Museos. - 12 de octubre, Fiesta Nacional de España, sin distinción de nacionalidad - Familias numerosas con acreditación de Libro de Familia o equivalente de la U.E. y Países Iberoamericanos portadores de permiso de residencia o de trabajo de dichas nacionalidades. (Al menos, un adulto y tres hijos, o dos si uno de ellos está afectado por alguna discapacidad) - Miembros del ICOM (Consejo Internacional de Museos), mediante carné acreditativo de dicho Organismo. - Guías Oficiales de Turismo con carné de Guía Oficial de Turismo, realizando su actividad profesional, o cuando soliciten la entrada con el fin de preparar su trabajo - Profesores en visita individual con carné de docente. - Personas con discapacidad portadoras de acreditación. - Personas en situación legal de desempleo que acrediten esta circunstancia, mediante Tarjeta de Demanda de Empleo o documento equivalente, expedido por Órgano competente. - Los miércoles y jueves de 15 a 18 h. (octubre a marzo) y de 17 a 20 h. (abril a septiembre), entrada gratuita para ciudadanos de la Unión Europea, residentes y portadores permiso de trabajo en dicho ámbito y ciudadanos iberoamericanos, previa acreditación de nacionalidad (carta de identidad nacional, pasaporte o carné de conducir) o permiso residencia o trabajo. Estas entradas únicamente se pueden adquirir en taquillas. generalinfo@patrimonionacional.es
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